Al conmemorarse un nuevo 10 de diciembre, el sindicalismo de las Américas observa con preocupación el deterioro de los valores e instituciones que le dieron sustento a estos principios para la convivencia, la paz y la dignidad entre los seres humanos y los pueblos del mundo.

Las múltiples crisis que atraviesa el capitalismo se expresan cada vez de forma más violenta y agresiva. A los problemas de exclusión, pobreza y desigualdad que son estructurales en América Latina y el Caribe, se suman los efectos de la crisis climática, que afectan a miles de familias en las zonas urbanas y rurales, destruyendo los empleos, los precarios sistemas de protección social y obligando a millones de personas a desplazarse de sus territorios y países, agudizando los efectos de las migraciones y las implicaciones de las cadenas globales de cuidados en varios países.

Las democracias están bajo el ataque de los proyectos políticos conservadores y reaccionarios que se valen del desencanto de la población frente a la ausencia de respuestas a los problemas sociales y económicos de la mayoría. Los fascismos se alimentan del miedo, la inseguridad y promueven salidas mesiánicas, afincadas en el odio, el racismo, la discriminación y la xenofobia. Figuras extremistas y antidemocráticas son electas promoviendo un discurso anti-derechos humanos y de negacionismo sobre los crímenes de las dictaduras.

Pero también las instituciones internacionales que emergieron luego de la Segunda Guerra Mundial están en crisis. Capturadas por las grandes corporaciones transnacionales y maniatadas a los intereses geopolíticos de las grandes potencias, prácticamente ninguno de los órganos de la ONU está respondiendo a su función de preservar la paz, promover la justicia, la cooperación y el desarrollo entre las naciones del mundo.

El genocidio continuado contra el pueblo palestino desde hace más de 75 años y el actual espectáculo grotesco de muerte y destrucción en la Franja de Gaza ejecutado impunemente por el régimen sionista que gobierna en Israel, es prueba fehaciente de que poco importa el asesinato de miles de niños y niñas, mujeres, ancianos y población civil desarmada, cuando lo que se imponen son los intereses de la maquinaria de guerra que sigue dominando el mundo.

Frente a esa situación, este 10 de diciembre, Día Mundial de los DDHH, el sindicalismo de las Américas ratifica su compromiso con un mundo más solidario y en paz. Expresa su disposición a seguir defendiendo la democracia y los DDHH, especialmente los laborales y sindicales, como forma de enfrentar las desigualdades y las injusticias en nuestra región.

Ratificamos el compromiso de preservar a América Latina y el Caribe como región de paz y luchar junto a otros movimientos sociales, fuerzas políticas y gobiernos para que la integración regional sea el espacio posible para alcanzar esta aspiración.

Por esta razón desde la CSA y sus organizaciones afiliadas estamos comprometidas con la convocatoria y movilización para la Jornada Latinoamericana y caribeña de Integración de los Pueblos, que realizaremos en Foz de Iguazú, triple frontera de Brasil, Argentina y Paraguay, entre el 22 y 24 de febrero de 2024, como expresión de un nuevo momento de unidad, solidaridad y lucha de los pueblos de Nuestra América.

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10 de diciembre: Día mundial de los DDHH – La CSA alerta sobre los graves riesgos para la democracia

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