En el día internacional de los Derechos Humanos, la Confederación Sindical de Trabajadoras y Trabajadores de las Américas, (CSA) reitera la importancia del respeto y garantía de los Derechos Humanos en nuestro continente.

Este día recuerda la proclamación por la Organización de Naciones Unidas de la Declaración Universal de Derechos Humanos, una conquista civilizatoria en términos de reconocimiento de la dignidad, igualdad y libertad de todas las personas, luego de la II Guerra Mundial, en 1948. En 1919, antes de la Guerra, la OIT señaló que “existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales”.

Desafortunadamente, esa afirmación es vigente cien años después, pues las condiciones de injusticia en el trabajo continúan reproduciéndose y profundizándose, a través de la explotación que intentan desconocer la identidad de la clase trabajadora. Los ataques y amenazas a la vida y los derechos básicos de la población trabajadora son una constante en algunos de nuestros países.

La pandemia de la COVID-19 vino a agravar los problemas de DDHH en la región. Los sistemas de salud que se basan en una visión mercantilizada de la misma han puesto en riesgo el derecho a la vida y no han garantizado el derecho a la salud de las y los trabajadores. Las respuestas autoritarias por parte de algunos gobiernos de la región representan también una amenaza a la paz en la región.

El derecho a un empleo digno está siendo vulnerado. El mundo del trabajo se ha visto extremadamente afectado por la crisis sanitaria en el plano del empleo y de los derechos y libertades de las/os trabajadoras/es. Las personas desempleadas se cuentan por millones, y la precariedad e informalidad superan nuevamente el 50% de la población económicamente activa.

Las respuestas que han dado los gobiernos, en general, han sido insuficientes y las políticas de protección social no responden a las necesidades de las/os trabajadoras/, particularmente en el caso de trabajadores/as en situación de informalidad y poblaciones tradicionalmente discriminadas, como jóvenes y mujeres, más aún si son afrodescendientes, pero también las personas migrantes, así como otros colectivos que presentan vulnerabilidades.

La Declaración Universal de Derechos Humanos es contemporánea con ell Convenio Internacional del Trabajo N° 87, sobre la libertad sindical y el Convenio Internacional N° 98, sobre protección a la actividad sindical y negociación colectiva, los cuales hoy están sobre ataque en toda la región. En 2020 los organismos internacionales, en particular la OIT, se encuentra plagada de denuncias por incumplimiento de dichos Convenios, al punto que es lamentablemente corriente en muchos países la impunidad respecto de la afectación del derecho a la seguridad y a la vida de quienes ejercen actividad sindical.

Queda mucho por hacer todavía, pero el 10 de diciembre es una oportunidad de reflexión y de nuevo impulso para la defensa de los Derechos Humanos. La defensa de la paz en nuestra región es una prioridad. La garantía de la paz exige la suspensión de cualquier medida de bloqueo o sanción, contra cualquier país, porque constituyen crímenes contra los derechos humanos de millones de personas. Para el sindicalismo la defensa de la democracia en el continente como garantía para la paz es una lucha permanente, que hoy 10 de diciembre colocamos como uno de nuestros principales compromisos.

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