¿Quiénes son los autores intelectuales del crimen contra mi hija?, pregunta, en reiteradas ocasiones, Austra Berta Flores López, madre de Berta Cáceres, quien fuera líder hondureña por los derechos medioambientales. En la coyuntura política en que Latinoamericana por estos días amanece, tras las absurdas palabras, no tan absurdas, del magnate norteamericano; la pregunta de “las dos Bertas” cobra mucho más sentido. ¿Quiénes son los autores intelectuales del crimen?

Los mercenarios, asalariados y pro imperialistas, demasiadas veces se escabullen bajo las faldas del neoliberalismo. El pensamiento que no solo atrae a sí el desconcierto y el caos, sino un sinnúmero de desprendimientos en el bien público y ciudadano. Los defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberación de la economía, el libre comercio y una drástica reducción del gasto público1, lo que procura una acentuada preocupación en el sector privado al que “nadie controla”. El concepto se convierte más complejo cuando el asesinato es uno de sus modos operandis para quienes defienden la libertad plena del hombre y la mujer.

Cuando el 15 de octubre del pasado año, se suspendió el juicio oral y público, este acto fue sinónimo de despreocupación judicial y falta de ética no solo para la familia Cáceres, sino para los movimientos sociales que hasta ese minuto, exigían respuestas por parte de la Corte Suprema. La titular judicial, Lucía Villars, solo tuvo por respuesta algo esperado, pero a la vez sumamente ofensivo: “la acusación privada interpuso una apelación”, según datos oficiales de la EFE.

Las acusaciones de Cáceres

El estado unitario de la República de Honduras del centro norte de América del Sur ha sido testigo de intervenciones de transnacionales que, con la careta de generador de empleo, ha consumido, a golpe de bestialidad inversionista, la tierra de pueblos como lencas, misquitos, tolupanes, chortis, pech, tawahkas.

Sacar capital de los lugares donde hondureños se ganan la vida, un pueblo que sus actividades económicas fundamentalmente son agropecuarias, además del comercio, manufacturas, finanzas, y servicios públicos, posee múltiples connotaciones para la vida misma. Las acusaciones ante el Tribunal Supremo por parte de Cáceres se tradujeron en una lucha intensa y sostenida para los más de 8,7 millones de habitantes que cohabitan en un estado que se autoproclama como libre, soberano e independiente, unitario e indivisible.

El modelo extractivista y explotador en las regiones lencas de Honduras poseen un carácter ilegal, para lo que en 1993 cofundara el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), en defensa del medio ambiente, el rescate de la cultura lenca y para elevar las condiciones de vida de la población de la región.

El megaproyecto hidroeléctrico de Agua Zarca, que desde 2009 formó parte de las acciones en contra de la naturaleza “no respetaba la Consulta dispuesta por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual otorga el derecho a los pueblos indígenas de decidir el uso de sus territorios”, así lo dispone información de la EFE. Según Berta Cáceres, el proyecto Agua Zarca, promovido por la Empresa Desarrollos Energéticos (DESA) en el río Gualcarque, se construía sobre una base de ilegalidades, y su actuación facturaría secuelas negativas a la sociedad lenca y el medioambiente.

El documento de Oxfam recoge antecedentes de la empresa DESA, sus inicios, sus contratos, modificaciones, estatus de la propiedad de la tierra, antecedentes de proyectos hidroeléctricos en el río Gualcarque, impacto económico del proyecto Agua Zarca y secuencia de actos violentos e ilícitos. También hace referencia a las medidas cautelares de la CIDH a favor de Berta Cáceres, requerimientos fiscales contra funcionarios públicos y a “verdades incontrovertibles” sobre el asesinato de Berta Cáceres.

Según La Prensa, en un artículo publicado el 3 de marzo de 2016, con el título «Berta Cáceres, hondureña que entregó su vida en defensa del ambiente», el gobierno ha aprobado cientos de proyectos hidroeléctricos con la intención de satisfacer la demanda de energía barata para concesiones mineras, provocando así la privatización de ríos y tierra, que se traduce no solo en afectaciones medioambientales sino en la profanación al río sagrado que representa a las féminas y cuya responsabilidad según la tradición lenca es sobreguardarla.

Presos de conciencia

Las constantes campañas de protestas contra la compañía china Sinohydro, la Corporación Financiera Internacional (CFI) del Banco Mundial y la compañía hondureña Desarrollos Energéticos S. A. (DESA) por parte de activistas internacionales liderados, principalmente, por Cáceres y COPINH, hicieron que a finales del 2013, Sinohydro y la CFI se retiraran del proyecto como repercusión a las protestas.

A pesar de ello, Desarrollos Energéticos continuó y trasladó el área de construcción al otro lado del río con la intención de evitar bloqueos. En respuesta a los cargos, Amnistía Internacional el propio año declaró que si los activistas eran encarcelados serían considerados presos de conciencia. Docenas de organizaciones regionales e internacionales hicieron un llamamiento para que el gobierno de Honduras detuviera la criminalización de la defensa de los derechos humanos y se dedicara a investigar las amenazas contra los defensores de los derechos humanos, según constó en el «Pronunciamiento conjunto sobre la criminalización de defensores y defensoras de derechos humanos en Honduras» desde el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) el 26 de septiembre de 2013.

Defender la tierra y más…

La cifra de 100 activistas hondureños asesinados entre 2010 y 2014 por su lucha contra transnacionales, según Global Witness, convierte a Honduras en un país peligroso para grupos sociales a favor de la defensa de la naturaleza. El asesinato de Berta Cáceres es símbolo de la necesidad de una investigación, a escala internacional, de los derechos humanos y de la tierra. Aprieta el gatillo esto hacia el gobierno e instituciones que desprotegen la vida de sus cohabitantes, en consecuencia, laceran a seres humanos que no solo defienden la tierra en sí, como un hecho aislado, sino la propia prolongación de la vida. Luego del asesinato de Cáceres, una suerte de ola de justicia ha despertado, mucho más, a movimientos de todo el Cono Sur. En noviembre del 2017, durante el Encuentro de Montevideo de la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, se apostaron propuestas y diálogos con el lema: “Resistencias populares frente el poder de las Transnacionales”.

En los debates sostenidos en las mesas de discusión, conferencias e intercambios de grupos emancipatorios por los derechos humanos y de la tierra, algunas ideas se esgrimían desde la visión legada de Berta Cáceres. “Los tratados de libre comercio son las carreteras para los intereses de las grandes corporaciones”, juicio por parte de Amanda Villatoro, Secretaria de Política Sindical y Educación del CSA (Confederación Sindical de trabajadores/as de las Américas) y Gonzalo Berrón, del TNI (Transnational Institute).

¿Quién está ahí?

Así cómo en la madrugada del 3 de marzo del 2016, cuando la activista medioambiental descansaba en su casa, dijo, ¿quién está ahí?, ante el sicario que tenía como plan apagar su voz revolucionaria y de protesta; hoy miles de voces repiten lo mismo ante el reto de construir experiencias colectivas para resistir, pensando otras formas de vida al margen del capitalismo según dijo Gustavo Castro de Otros Mundos-Chiapas y ATALC (Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe).

Esas mismas voces que como hace tres años, se unen para resguardar la dignidad de todos los que defienden una causa justa. El caso de Berta Cáceres hoy es el caso de todos, el caso de la justicia social, de la resistencia de los pueblos, del grito de la Tierra. Ella se transfigura en miles de personas que defienden su pedazo de tierra, reproduciéndose en muchos pedazos de tierras, que cuando sacas cuentas esas “muchos” es el rostro de la gran Madre Tierra. ¿Quién está ahí?, ahora esos sicarios tienen rostros, y aunque Berta no será ni la primera ni la última mujer que dé la vida por un ideal, por una razón de justicia, sí se convierte en precedente.

 

* La autora es miembro de la Red Ecuménica Fe por Cuba en Ciego de Ávila

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