Ya son case veinte días en huelga de hambre y los trabajadores de la empresa Telefónica en Barcelona siguen bien, aunque con sete kilos a menos.
Claro: siguen bien en el plano moral. Eso se justifica pues a cada día ganan más apoyo social, a todos niveles.
Pero el estado físico de los cinco trabajadores se ha deteriorado hasta el punto de que las horas que pasan en la cama son cada vez mayores. “Las piernas ya no aguantan fácilmente y yo personalmente comienzo a tener fuertes dolores en la ingle y en el costado”, cuenta Josep Bel, uno de los huelguistas.
Todo eso empezó cuando en mediados del año la gigante empresarial Telefónica despidió de manera improcedente Marcos Armenteros, tras varias bajas médicas justificadas para tratarse de una hernia discal. Los otros trabajadores han pedido permiso sin sueldo para acompañar Marcos.
Sus reivindicaciones son que no tenga más ningún despido por baja médica y la readmisión de los trabajadores que ganen los juicios, como ha sido el caso de Armenteros. Otra cosa: que en un despido improcedente que sea el trabajador o trabajadora quien decida reincorporarse o no.
Sin embargo, el pasado lunes la empresa remitió una carta en la cual reafirmaba su decisión de echar a Armenteros y advertía a los huelguistas de forma “expresa” de que podrían emprenderse acciones legales, en el caso de que los “actos de reivindicación incidan en el desarrollo normal de la actividad empresarial”.
La dirección de la Empresa debería recapacitar: este movimiento va al alza, y ya nada podrá silenciar esta huelga.
La Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas presta solidaridad con los trabajadores en huelga y manifiesta la necesidad de la empresa de dialogar con los trabajadores para llegaren a una solución digna y decente sobretodo para los huelguistas.
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