Por Mariano Mena

Hoy (9 mayo) se inicia el VIII Congreso de la CGTP; son 22 años de dura lucha en la defensa de los derechos y reivindicaciones de la clase trabajadora y del pueblo panameño en su conjunto. Esta noble organización nace a partir de su confrontación con la dirigencia de su antecesora la Central Istmeña de Trabajadores (CIT) por sus ataduras con la dictadura de turno y por la defensa de la democracia, la solidaridad y los valores humanos.

Llegamos a este congreso como estábamos en la dictadura: un gobierno que controla los tres poderes del Estado, la Contraloría y el Ministerio Público, solo le falta el Tribunal Electoral, con el cual comenzó removiendo al Fiscal Electoral y poniendo en el puesto a uno proveniente de sus propias filas, a partir del mes de octubre, que se vence el período a uno de sus magistrados, de seguro nombrará a otro de su propio riñón y de paso dará inicio a la campaña de desprestigio de otro magistrado para defenestrarlo y tener el control absoluto del mismo.

No se trata de futurología, pero el movimiento sindical panameño no puede considerarse ajeno a lo que pasa con la democracia, los peligros por los que atraviesa y el papel que nos tocará jugar nuevamente si la misma continúa deteriorándose.

La peor de las democracias es mejor que la mejor de las dictaduras, por la tanto a las nuevas autoridades que este congreso se digne en elegir les corresponde continuar con lo que ha sido nuestro legado y la profunda convicción de que la libertad es uno de los valores más importantes que tiene el ser humano, vivir en libertad cuesta, y su primer costo es el de defenderla, por lo que la CGTP sale fortalecida y comprometida con esos valores fundacionales de nuestro movimiento. Han sido 22 años de ardua labor, nuestra organización es reconocida tanto a nivel nacional como internacional y el camino recorrido deja huellas en el acontecer de nuestro pueblo, por sus luchas y realizaciones; sus posiciones y propuestas están a la vista y para la posteridad.

Nos queda mucho por hacer, entre otras cosas lograr una mayor cohesión del movimiento sindical, donde nos respetemos a partir de reconocer lo que somos y de lo que estamos dispuestos a aportar en función de los trabajadores. La construcción cuesta y estamos dispuestos a seguir aportando en esa dirección, porque la destrucción es fácil y no requiere de mayores esfuerzos. La lucha continúa, y gracias por haberme permitido dar mi pequeño grano de arena.

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