Los sindicatos colombianos han sufrido en carne propia el asesinato, la amenaza y la intimidación, a tal punto, que han sido asesinados cerca de tres mil de sus afiliados y la agresión la han tenido por parte de paramilitares, guerrilla y agentes estatales.

Ciertamente las organizaciones sindicales, que llevan consigo las cicatrices y el rigor de la violencia, se mantienen en pie de paz, pugnando por la defensa y aplicación de los derechos de los trabajadores y demandando un eficaz Estado Social de Derecho.

Por ello, el escenario político, producto del acuerdo de la Habana, genera un ambiente propicio para impulsar nuevas relaciones laborales hacia el cumplimiento de la Constitución Nacional, de los acuerdos suscritos producto del dialogo social y en donde se recupere el valor de la palabra empeñada. Esta acción debe empezar sin demoras y requiere abordarse de manera tripartita, para que Gobierno, Empleadores y Trabajadores, con decisión política, muestren un camino de convivencia para el fortalecimiento democrático y la reconciliación.

Por lo anterior, cuando el 24 de agosto del 2016, al conocerse la firma del Acuerdo de Paz que puso término a la cruenta guerra de 52 años, como CSA recibimos la mejor noticia de las últimas cinco décadas, pues que se haya logrado silenciar los fusiles y desarmar una maquinaria de guerra, es más que suficiente para presentarlo como un hecho determinante en la historia de Colombia, que invita a acompañar la implementación de los acuerdos de paz.

De igual manera, el carácter proactivo del diálogo llevó a que los negociadores, con clara decisión política, asumieran la tarea de encontrar el mejor acuerdo posible de paz, para derrotar la guerra y debilitar el poder de los guerreristas frente al poder civil, recreando una paz democrática, que implicó un cambio de actitud entre las fuerzas confrontadas, evitando el dilema armas-civilidad, porque así como existen civiles guerreristas, hay militares civilistas.

Entonces, ¿cómo no reafirmar el compromiso con la paz, cuando la guerrilla de las Farc dejó de existir, se desarmó y se somete al ordenamiento jurídico colombiano? Además, recordemos que la violencia sembró de cruces los caminos, dejando 220 mil muertos, ocho millones de víctimas y 45 mil desaparecidos.

Pero estos inéditos esfuerzos hacia la implementación de la paz, contrastan con el propósito manifiesto de la derecha colombiana, de hacer inviable la paz y volver trizas los acuerdos de la Habana.

Esta actitud preocupa a los trabajadores del continente agrupados en la CSA, razón por la cual reiteramos nuestro compromiso con la paz en Colombia e instamos a fortalecer los espacios sindicales con una pedagogía por la paz para que, junto con la implementación de los acuerdos de la Habana, Colombia camine por la senda de la reconciliación.

Torpedear la reincorporación y pretender hacer trizas los acuerdos de la Habana, como algunos sectores de ese país pretenden hacerlo, es regresar a la horrible noche de Colombia, porque ésta es la hora de la reconciliación para fortalecer la democracia y no el momento de continuar la confrontación que trajo consigo oscuridad, muerte y desolación.

31 de octubre de 2017

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